¿Qué tan seguro es el vidrio templado?

El vidrio templado y el vidrio laminado son dos de los tipos de vidrios que más se usan en la industria, con motivos de seguridad. De hecho, según se sabe, el primero de estos es 4 a 5 veces más resistente que el cristal convencional, puesto que tiene una mayor tolerancia al estrés mecánico y térmico. Este tipo de cristal es también dos veces más resistente que los vidrios termo-endurecidos que tengan el mismo espesor. 

Pero ¿cómo es que se consigue que el vidrio templado sea tan seguro?

Para que el vidrio templado sea tan seguro, es necesario que pase por un tratamiento especial, este consiste en cortar y procesar el vidrio común para luego colocarlo sobre una mesa de rodillos que se desliza en un horno que se encuentra a 640°. Inmediatamente después de pasar por horno, el vidrio es enfriado superficialmente con chorros de aire; en consecuencia, se consigue que la parte externa esté fría, mientras que la interna se mantiene caliente; luego la parte interna se enfriará de forma natural, produciendo una tensión comprensiva con la superficie. 

Producto de este proceso, obtenemos un vidrio capaz de resistir diferentes tensiones. Así, es resistente tanto a impactos mecánicos (golpes) como térmicos (altas temperaturas). 

¿Qué pasa si el vidrio templado llega a romperse?

Aunque es un vidrio seguro y resistente, no evita que pueda sufrir las consecuencias de un impacto fuerte. Sin embargo, el comportamiento del vidrio templado es diferente al del vidrio convencional. En el caso del vidrio templado, el cristal que ha sido impactado no se romperá en grandes trozos, sino que en pequeños y múltiples fragmentos de bordes redondeados. Además, en el caso de que el vidrio templado haya sido tratado también con un proceso de laminación, las pequeñas partículas quedarían adheridas a la lámina evitando que se desprendan súbitamente. 

¿Qué factores pueden afectar la resistencia o la conservación del vidrio templado?

Para que el vidrio templado se rompa es necesario que se incremente la tensión a la que está expuesto el cristal. Además, existe una mayor predisposición a rotura cuando existen ciertos daños previos en el cristal, por ejemplo: erosiones en su superficie, rayaduras o conchas. 

Las erosiones se pueden dar por factores físicos o químicos. En el segundo caso, se debe a que el cristal está expuesto a sulfatos de lluvia y aceros.  En cuanto a las manchas, estas pueden darse por la presencia prolongada de humedad, y no son fáciles de remover. 

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